domingo, 10 de abril de 2011

A propósito del Gasolinazo y sus consencuencias

Esta reflexión tiene a ún vigencia...Fue mi primera nota del año --Enero, 2011

Y ahora ¿que?: El precio de la confusión y el dogmatismo

El año del “rodillazo”, del “gasolinazo” y del “derogazo” concluyó sembrando confusión y más preguntas que respuestas. Luego de la improvisada cadena de errores gubernamentales, Bolivia no es ni será la misma que la Noche Buena que bendijo la declinación de un extraordinario quinquenio de bonanza.

Tantos discursos corrieron bajo el puente de la demagogia durante el pasado decenio, que fue imposible convencer al pueblo y a las bases cocaleras y sindicales del MAS que la radical y rechazada “nivelación de precios de los hidrocarburos” no era neoliberal. La confusión conceptual desnudó una ignorancia y dogmatismo preocupantes, al calificar la política de subsidios como neoliberal por el solo hecho de haber sido implantada por un presidente así estigmatizado.

Fueron varios los voceros gubernamentales, que quedaron mal parados luego de justificar la medida con la misma batería argumental y entusiasmo de “tecnócratas neoliberales” del pasado. Sucedió lo propio con algunos representantes de una oposición, aún débil, y cuyo discurso aportaba a la hoguera de la confusión, al adoptar consignas congruentes con el trotskismo, izquierda y anarquismo más radicales. La confusión y demagogia complicaron la tarea de iluminar salidas más inteligentes a una situación económica que se pinta poco sostenible ante “el desangramiento” de los recursos reconocido por el mismo Vicepresidente.

Y es que, a estas alturas debieran aprenderse algunas lecciones básicas de economía, que por su crudeza las autoridades y la sociedad se empeñan en ignorar. ¿Acaso no se ha comprobado aquí y en el mundo que no hay política de lucha contra el contrabando que salga victoriosa cuando de desequilibrio de precios entre fronteras se trata? El Presidente de la Cámara de Diputados, reconoció la veracidad de esta premisa antes calificada como falacia “neoliberal”. Lo propio sucede con el principio de la “rigidez de los precios a la baja” una vez incrementados. No habiendo esfuerzo teórico “revolucionario” que pueda invalidar estas premisas relativas al mercado y la economía, un gobernante socialista del siglo XXI debiera conocerlas antes de tomar medidas y prever sus consecuencias en los bolsillos de la gente.

Intentando disimular el tropezón, la popular consigna de “gobernar obedeciendo” tampoco es auspiciosa. Escuchar, interpretar y conducir a las masas no es lo mismo que “obedecerlas”. Lenin así lo sostenía, mientras que Collin Powell, en la otra vereda ideológica, insistía en que un verdadero líder es aquel que a veces dice cosas que al pueblo no le gusta escuchar.


Por ahora, la apología de la voz masas en los discursos oficiales y de los distintos sectores de oposición es reveladoramente preocupante. El supeditar difíciles definiciones de Estado a la determinación de las bases significa despojarse de toda responsabilidad política, como Pilatos. Es curioso, el sector que terminó doblándole la mano al gobierno fue el cocalero.


Este quiebre ¿significa que Evo ya no conduce convirtiéndose en prisionero de las masas, las calles y de sus multitudes? Así, la historia se repite, se consolida el reino de la improvisación, de la demagogia política electoral e ingobernabilidad, con el riesgo de radicalizarse en su irracionalidad. Los errores cometidos al concluir el 2010, reflejan preocupaciones de fondo que el gobierno no termina de transparentar. De no sincerarse y de persistir en el dogmatismo demagógico, el MAS estará abonando el camino hacia el desencanto y nuevas frustraciones.

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