domingo, 31 de enero de 2010

¡ Avanzamos! PARIDAD DE GENERO EN EL GABINETE BOLIVIANO


MUJERES Y PODER: ¡CELEBREMOS!


“Hoy por primera vez y como nunca antes en la historia”, es una frase a la que Jefes de Estado suelen recurrir con y sin fundamento. Nobleza obliga, quienes luchamos y abrimos brecha para lograr la inclusión y participación de las mujeres en la vida política, reconocemos que se hizo historia. Y Bolivia sorprende. Y así como en varios aspectos tengo una mirada critica a la deformaciones e imposturas que impregnan el camino al cambio, reconozco, que este histórico 50% de mujeres en el gabinete no es forzado ni para cumplir una formalidad constitucional, es una decisión política que se asume sincera y genuinamente, con la seguridad de que hubieron fuerzas e intereses poderosos resistentes a su plena vigencia.

Por la trayectoria de una mayoría de las flamantes ministras, esta presencia equivalente y paritaria, no es una consención simbólica, implica reconocimiento, oportunidad y renovados desafíos. Entre ellas, destacan profesionales que en sus respectivas especialidades tuvieron que trabajar el doble para finalmente asumir u rol protagónico; están aquellas relativamente jóvenes y otras, que viniendo de sectores populares y de las organizaciones sociales, proyectan serenidad, calidez y conocimiento en su área. Hasta ahora no dan motivo alguno para descalificarlas a priori, esperemos no sean victimas de la instrumentalización simbólica y política que desvirtúe su desempeño. Se observa equilibrio y un horizonte interesante que motiva y contagia un prudente optimismo.

Sobran razones para celebrar. Lo hicimos al dar los primeros pasos en esta lucha por la inclusión política hace apenas 12 años, aglutinadas en torno al Foro Político de Mujeres, al sembrar la primera semilla que hoy florece y da frutos ¡Imposible olvidar las variopintas, insólitas, solidarias y hasta ofensivas respuestas de los entonces operadores políticos! La paridad entonces era nuestra utopía.

Estamos hablando de procesos acumulativos, de cambios impensados hace apenas 50 años. A finales de la década de los 60, la Dra. Alcira Espinoza fue la primera mujer en un gabinete. ¡Y es que la democracia es generosa al ampliar y profundizar progresivamente las posibilidades de construcción y ejercicio de ciudadanías plenas! En democracia, desde la perspectiva de las mujeres y desde una mirada evolutiva no hay un año Cero, hay hitos que marcan avances, unos con minúscula, otros con mayúscula y letras luminosas. Éste es uno de ellos.

Como otros, celebramos un cambio irreversible. No hay duda, el siglo XXI tendrá también rostro de mujer. Al inaugurar el nuevo milenio, asumimos un compromiso coherente con las metas del movimiento global de mujeres. Era hora de pasar de las políticas del mero reconocimiento y declarativas, a una política redistributiva efectiva de los recursos materiales y simbólicos del poder político.

Y eso es lo que ha ocurrido. No solo en el gabinete, en Impuestos, ahora Aduana y en el Órgano Legislativo. En el Senado, más allá del valor y capacidades mediadoras de aquellas presentes en su Directiva, hay mujeres que prometen construir liderazgos inteligentes, no estridentes ni conflictivos. Esas son buenas noticias. Celebremos y, sin mezquindad, alentemos este hecho.


jueves, 21 de enero de 2010

Misses: Politica y Confidencias


Del nutrido conjunto de candidaturas polémicas, ninguna fue tan publicitada y vapuleada como la de Jessica Jordan. ¡Para envidia de muchos otros candidatos con déficit de carisma y serias limitaciones para proyectarse en el escenario preelectoral! Si bien no pensé referirme a tan bullado caso, lo hago porque hace unos días, en una emisora radial de amplia audiencia, se comparó al MAS con el MIR, en alusión a Jessica Jordan y a la suscrita, ¡que como emblema femenino llegó a ser senadora! En un blog, el tema dio pie a comentarios desinformados preñados de prejuicios machistas. Con este antecedente, recurro a esta modesta columna esperando la comprensión de mis lectores. Anticipo confidencias despojadas de morbosas adjetivaciones y de mojigatería política que, a estas alturas del pragmatismo dominante, están fuera de lugar.
Comienzo recordando a mi abuela, liberal y progresista para su tiempo, que un día dijo que le gustaría que si alguna de sus nietas sobresaliera por algún talento, lo haga, pero no por recorrer la pasarela de un concurso de belleza. Su consejo me cayó como anillo al dedo. Estaba a punto de enrolarme activamente a la generación de la rebeldía y las barricadas. Con la disculpa de algunas amigas y quienes celebran estos populares eventos, confieso que fue gratificante manifestar mi tímido, pero airado rechazo a tan atractivas convocatorias, entre ellas, un certamen de Miss Bolivia.Hoy lo reconozco, para las feministas de mi tiempo, "la victoria mediática y cultural" de la farándula y torneos de belleza constituyó una histórica derrota. ¡Resulta atractivo hasta para nuestras hijas y sobrinas! Ya no extraña. En el mundo patriarcal de las izquierdas populistas y de las derechas, la belleza coronada, el modelaje, el parentesco con algún caballero poderoso tienen ventajas comparativas, ahorran las penurias de ganarse, por otros medios y méritos, un espacio en variedad de oficios, entre ellos, la política, ¡que no nos sorprenda! Jessica ¡ejerce un derecho! Y su inexperiencia se iguala a la de otros candidatos que no conocieron de pasarelas ni del escrutinio público machista y descarnado.
Recordé tiempos en que ese tipo de alusiones me descolocaban. Que conste, a los 17 años opté por la política, prepararme para ello y luchar por causas justas que aún inspiran a una generación de mujeres, cuadros políticos y profesionales respetables, que algún momento tuvieron en el MIR una referencia de vida. Hoy, en un esfuerzo nada exitoso por reivindicar la política como actividad honorable, protesto contra su trivializació n. No es nuevo. El culto a lo bello tiene larga data, basta evocar a los `bellos jóvenes´ de Sócrates en la Grecia antigua.
Lo que irrita es la impostura ideológica de quienes vociferan contra el capitalismo y proclaman la descolonizació n mientras abren cancha a un oficio que nace, crece, se desarrolla y potencia -nunca muere- en el circuito del consumismo capitalista más salvaje y glamuroso. Importa patrones de belleza nada `pluriculturales´ y hace de la belleza una mercancía. ¿Es necesaria tanta inconsistencia discursiva? ¿Será acaso una señal de conversión pragmática que lo vacunará contra la intolerancia y la retórica `etnonacionalista´ ?, pregunto. Si es así, ¡que vivan las misses!

viernes, 15 de enero de 2010

Serie: Reflexiones y Aportes a la Asamblea Legislativa Plurinacional


Suplentes en tiempos de cambio

En general, la polémica sobre las suplencias y las dietas lleva a un terreno en el cual, sin importar los argumentos, pierden indefectiblemente la Asamblea y los asambleístas. La opinión pública es implacable. El debate no es nuevo, las primeras señales aparecieron simultáneamente a la crisis económica, social y, más tarde, de Estado gestada a partir de 1998. Ya el neoliberalismo radical se encargó de desvalorizar la política y a los políticos, ¡era el fin de la historia, gracias al mercado y los tecnócratas! Por ello, no es casual que haya sido el Parlamento la institución pararrayos y la más afectada por la impopularidad en tiempos de ‘calentamiento social’ y rupturas.

Es correcta la opinión de quienes lamentan que los asambleístas suplentes reclamen una dieta, por no haber tomado nota de la nueva normativa constitucional antes de aceptar su postulación a las suplencias. El tema obliga a una reflexión basada en lecciones aprendidas esperando aportar al conocimiento de los factores que influyen en decisiones y reformas políticas e institucionales.

Contrariamente a lo publicitado durante la deliberación constituyente, la figura de suplente no estuvo ‘constitucionalizada’ en el pasado democrático. Ella se explicitó en los reglamentos de debate del Parlamento y en la normativa electoral. Incongruentemente, el nuevo texto constitucional la incorpora con la precisión de que se trata de un rol no remunerado.

La modalidad de emparejar a titulares con su respectivo suplente tuvo dos razones fundamentales. Una primera pragmática, casi ‘clientelar’. ¡Era necesario crear nuevos espacios de poder por repartir, las bases se rebelaban! Se hacía ingobernable y desgastadora la disputa por acceder a las listas dentro de partidos y alianzas. Con más pedestales –suplencias– se descongestionaban las presiones.

Una segunda razón, justificable, tenía que ver con la saludable tradición constitucional que se impuso, a principios de la década de los 90, con la rígida y calificada fórmula de voto parlamentario de los 2/3 del ‘total de miembros’ de las cámaras o del Congreso. Ello obligaba a garantizar la presencia de un suplente ante acefalías producidas por titulares que ejercían cargos en el Poder Ejecutivo, entonces compatibles con el rol de parlamentario. Era el tiempo en que se intentaron procesos de decisión inspirados en los sistemas de gobierno parlamentarios, con la idea de neutralizar el poder presidencial y unilateral del partido mayoritario.

Hoy, más allá del entusiasmo de los asambleístas y reconociendo la experiencia potencialmente pedagógica de las suplencias, éstas son simbólicas, aportan a la hoja de vida, pero son prescindibles. Resulta que, constitucionalmente, los 2/3 se flexibilizaron siendo aplicables ‘sólo a los presentes’; y el asambleísta ya no puede asumir un eventual cargo jerárquico en el Ejecutivo. Quedan en pie dos argumentos, el soporte al trabajo regional y el pragmático de ampliar los espacios de poder, estos últimos imprescindibles para ‘desinflar’ conflictos y grescas internas que, a tiempo de definir candidaturas, terminan dando un ‘antiestético’ espectáculo a la ciudadanía.

En fin, se trata de viejos problemas, nada agradables ni fáciles de manejar, pero que a nombre del cambio debieran erradicarse mediante nuevas y creativas soluciones que revaloricen la Asamblea y a sus flamantes miembros

jueves, 7 de enero de 2010

Lo malo del pasado se resiste al cambio...

Fantasmas y sepultureros

Entre los verbos aplastar, derrotar, sepultar o augurar una buena convivencia con los gusanos al adversario político, no hay mucha diferencia. Hace unos días, con parsimonia y protocolar vehemencia, se dio oficial y laica sepultura al Congreso de la República.

Lamentablemente, el entusiasmo necrófilo de algunos intenta no sólo enterrar el legado neoliberal, sino también doblegar el ‘ajayu’ o espíritu de la República y su impertinente independencia de poderes, entre otras de las virtudes de la democracia. Consecuentes con un anacrónico Preámbulo Constitucional que proclama el abandono del Estado colonial, republicano y neoliberal, atenuados por la intervención de la oposición saliente.

Con estos antecedentes, se entierra la posibilidad de pactos asociados a un pasado democrático al que ningún mérito se atribuye. Los expertos en epitafios no ocultan su mórbida satisfacción cuando satanizan el pasado democrático, erosionan la autoestima de actores del pasado y desprecian a la esmirriada minoría política que, en criterio de una analista, más parece un ejército sin generales.

Concluido el funeral, el año 2010 anuncia tiempos y vientos nuevos, el fin del empate catastrófico y el nacimiento de la Asamblea Legislativa Plurinacional, liberada de vestigios del pasado. Sin embargo, hay quienes pronostican el inminente retorno de espectros del pasado y de otros no necesariamente registrados en la lista oficial de enemigos del cambio. “El pasado se resiste a morir”. Lo curioso es que será el destino político y ético del MAS lidiar con estos maléficos espíritus en su propia casa, entre ellos personajes de una oligarquía neoliberal arrepentida, legado del ‘ancien régime’.

Quisiéramos conjurar el retorno de los ‘levantamanos’ y de la aeróbica aprobación de leyes en tiempo récord; impedir el renacimiento del silencio deliberativo aderezado por una buena dosis de mediocridad, desearíamos tener voces inteligentes, dentro y fuera del MAS, que las hay, dispuestas a neutralizar el poder presidencial; desearíamos corregir la miopía fiscalizadora de legisladores que, en lugar de avanzar, retroceden a un pasado discrecional aún más nocivo que aquel gestado en democracia.

Los fantasmas son plurinacionales, diversos, duros de matar y resistentes al cambio. ¿Qué hacer frente a denuncias que confirman la aplicación impaciente y deformada de la justicia comunitaria? Se conoce de sanciones extremas y patriarcales a mujeres acusadas de adulterio, de excesos comunitarios traducidos en multas, expulsiones, transacciones inaceptables frente a formas de violencia sexual; en suma, expresiones de irrespeto a la vida, a la madre tierra y a la dignidad de las personas.

No es un buen comienzo para los que buscamos el cambio, el reto es para un renovado equipo de legisladores conminado a construir un nuevo Estado. ¡Qué ironía! A título de defensa de derechos adquiridos, autoridades comunitarias y campesinas se resisten a toda intervención de la autoridad pública demandando un tratamiento permisivo del Estado Plurinacional. En Cochabamba, el Defensor del Pueblo reconoce su impotencia. (VER enlace http://www.lostiempos.com/hemeroteca-ediciones-anteriores.php?date=2010-01-03&v=1)

Paradójicamente, el pedido de ‘dejar hacer y dejar pasar’ junto a la defensa de ‘usos y costumbres’ amalgaman autoritarismo arcaico y neoliberalismo a ultranza que, con ropaje ancestral, se resiste a morir, invade y captura el cuerpo y el discurso de sus fallidos sepultureros. La democracia, los derechos humanos, el bien común como bien mayor y los cambios que buscamos, se desdibujan gracias a la desaprensiva retórica impregnada de muerte, demagogia y sed de revancha. Hay un pasado que no descansa en paz.