domingo, 22 de junio de 2008

Hillary Rodham: fortaleza singular


Albert Hunt, columnista de Bloomberg, sostiene que "Hillary perdió la candidatura a la Presidencia no por ser mujer, sino por haber elegido las estrategias y las personas equivocadas" . Y que no caben las quejas plañideras de que todo fue culpa del `sexismo latente´, haciendo referencia al comentario de Geraldine Ferraro, quien fuera la primera mujer en una fórmula presidencial del Partido Demócrata en 1984.
Probablemente, el argumento de la debilidad estratégica de la campaña de Hillary sea válida. Sin embargo, no hay que descartar el `tufillo´ de machismo que impregnó, desde siempre, el proceso de empoderamiento político de Hillary Clinton. Su llegada a la Casa Blanca fue motivo de controversia y confusión, al extremo que los asesores de imagen de la pareja presidencial tuvieron que esforzarse para `administrar´ las repercusiones que la nueva Primera Dama generaba luego de la apacible y hipertradicional Barbara Bush, su antecesora. ¡Vaya contraste! La confusión, frente al conflicto de roles y expectativas en relación con una mujer que abría brecha en el estilo de hacer y comprometerse con la política, era comprensible y un nuevo reto, no presente en el guión convencional de los expertos de imagen y comunicación política.
En ocasión de las primarias de Ohio y cuando se perfilaba una de las competencias electorales sin precedentes en la historia, un simpatizante de Obama y feminista indicaba que los dilemas del equipo de campaña de Hillary eran evidentes. Si era inteligente, firme y asertiva, proyectaría la imagen de `dura´ o `ambiciosa´; si manifestaba sentimientos y emociones, como lo hizo con el lagrimón, recompensado por los votos en Nuevo Hampshire, podría interpretarse como excesiva debilidad, manipulación sentimental o señal de incompetencia para abordar los temas duros del Estado. No olvidemos el ácido comentario que durante la primera campaña presidencial de Bill Clinton hiciera Nixon cuando el eslogan "compre uno y llévese dos" había prendido en la opinión publica. "Si bien la esposa parece fuerte e inteligente, su marido parece un calzonazo", para concluir evocando a Richelieu: "En una mujer el intelecto es inapropiado" .
Su equipo de campaña `no daba en el clavo´ en la definición de una estrategia que dejara fluir la energía y las capacidades de la primera mujer candidata a la Presidencia del país más poderoso del mundo. Para el columnista de Bloomberg, "fue una postulante que tardó demasiado en abrirse y exhibir sus dimensiones humanas, incluso su vulnerabilidad" , aunque queda la duda de que `lo humano´ en una mujer política no sea una cualidad o que demasiada inteligencia sea casi un defecto, en el marco de `estereotipos de género´ que navegan en el imaginario de una sociedad tan compleja como la estadounidense.
Dos fueron los factores que influyeron en el resultado de esta contienda, que terminó confirmando la fortaleza de una mujer que hizo historia. Primero, Barack Obama irrumpió como un verdadero fenómeno político que sacudió las raíces de la apatía política que caracterizó siempre al electorado. Y, segundo, la promisoria carrera presidencial de Hillary, que coincidió con el agotamiento del ciclo político de `los Clinton´ y `los Bush´; ella era el símbolo residual de las llamadas `dinastías políticas´ de finales del siglo XX, en un tiempo de inflexión que demandaba un cambio generacional en la política estadounidense. Compitió sin ninguna concesión. Hizo lo que sólo seres excepcionales pueden hacer para darle brillo a una contienda que capturó la atención del planeta. Obama y Hillary encarnan y anuncian cambios, hace 30 años impensables, en la democracia de un país que no puede resultarnos indiferente.

sábado, 14 de junio de 2008

Dobles discursos ¿ Personalidades múltiples?


¿Esquizofrenia o papelón?
Por: Erika Brockmann Quiroga * La Prensa 13-06-08

Es vano el esfuerzo racional y emotivo realizado para no perder la cordura. En realidad, la confusión nacional tiene carácter endémico. Ni la sociología ni la política sirven para comprender la insensatez de la que día a día somos testigos. ¿Será que en lugar de analistas necesitamos psicoanalistas y psicoterapeutas? Definitivamente, la historia, la economía, la cultura son insuficientes para explicar el presente e imaginar escenarios mínimos de certidumbre.
El país se ha convertido en una torre de Babel. Los mensajes disonantes del Gobierno y de la misma sociedad dejan una huella de perplejidad, nublando la mente de quienes no quieren ver desmoronarse la fe que depositaron en promesas e ilusiones ópticas de un cambio que no llega. Pregunto: ¿la reacción del Ministro de Gobierno al desaprobar la actuación de la Policía en ocasión de la multitudinaria manifestación alteña no es un síntoma de un trastorno disociativo digno de estudio? Han sido tantas las ocasiones que el Gobierno expuso a la institución del orden a acciones fallidas y a intervenciones extremas que su reclamo por no “prevenir” problemas ante la Embajada nos anonada. Los policías, e incluso las Fuerzas Armadas, debieran someterse a una terapia preventiva antes de sufrir las consecuencias desordenadoras de órdenes y mensajes dignos de una personalidad disociada, reflejo de estado colectivo esquizoide.
Da la impresión de que el Gobierno hubiese deseado que se consumaran las pulsiones piromaniacas recurrentes de un dirigente alteño, siempre ansioso de ganar la competencia de radicalidad. El rol de gobernante lo obliga a disimular su adicción a las expresiones callejeras. La extraordinaria capacidad del Gobierno al someternos a una sobredosis de información y propaganda, dorar píldoras de medias verdades, tensar humores e inyectar adrenalina es proporcional al mecanismo de negación —léase sordera y ceguera— de datos de la realidad tan contundentes como la inflación, los desconcertados mensajes de países cooperantes y hechos inocultables, como el asilo político concedido a Sánchez Berzaín hace ya tiempo.
La falta de apoyo a la Fiscalía para cumplir la tarea encomendada ante los Estados Unidos, la ausencia de una firma que realice seguimiento imprescindible en pasillos de las instituciones de ese país para viabilizar la extradición, el desmantelamiento de la institucionalidad judicial en Bolivia, la verborrea acusadora y hostigamiento en los que incurre sólo han servido para sustentar la defensa de los “Sánchez”, que aluden falta de condiciones para un debido proceso. Más pareciera que el Gobierno prefiere la sombra de un Goni en la distancia que su presencia física en el país. Es el mejor expediente para manipular e instrumentar el sentimiento de frustración e indignación de quienes demandan esclarecer y desenmascarar a los muchos responsables de las muertes de octubre.
La esquizofrenia discursiva es de tal magnitud que se expresa en el contradictorio entusiasmo con el que simultáneamente defiende, por un lado, el medio ambiente, la seguridad alimentaria y el planeta Tierra, mientras por otro encubre el avance depredador de los cultivos excedentarios de coca. O en la casi patológica incapacidad de medir el peso y el valor de las palabras ofensivas a ex mandatarios para, acto seguido, invitarlos a un debate cordial en su propia casa. Tan patética como la cantaleta del diálogo, mientras unos y otros afinan la batería de insultos y artilugios para convencer a la ciudadanía votar por el Sí o el No revocatorio del mandato de amigos y enemigos. Tan absurda que, en agosto, estaremos en las mismas.

miércoles, 11 de junio de 2008

REFLEXIONES EN TORNO A LO OCURRIDO EN SUCRE.

Juventud y política: mal comienzo
Erika Brockmann Quiroga * ®® Escenarios
publicado en varios medio de comunicación el 22 de mayo...

Al igual que otros hechos, lo ocurrido en Sucre en vísperas de su efeméride es gravísimo y censurable. Es reflejo de las fisuras y las heridas nacionales a las que se echa sal. No me sumo a la grandilocuencia del Gobierno –experto etiquetador–, que calificó la jornada como el día de la ‘vergüenza nacional’. ¡Bueno para un nuevo spot publicitario! Más bien pregunto: ¿acaso un rosario no es suficiente para contabilizar los días de vergüenza nacional marcados por la violencia y la intolerancia? Huanuni, Yungas de Vandiola, Cochabamba (11 de enero de 2007), minas de Himalaya, Chacarilla y otras, Madidi, San Julián, Liceo Militar, golpiza a parlamentarias, además de los antecedentes de Ayo Ayo, violencia contra concejalas, chicotazos a choferes, linchamientos, hombres humillados vestidos con polleras, etc. Es ésta la cadena de eventos reflejo de autoritarismo, ‘usos y costumbres urbanos y rurales’, convertidos en hechos políticos. Los portavoces del Gobierno y las élites políticas, sindicales y cívicas deberían romper el círculo perverso de la ligera instrumentalización política de estos temas. Para colmo, no hay condiciones para ello. La desatinada decisión de convocar un referéndum revocatorio, junto a otros, posterga soluciones que exacerban, inevitablemente, la polarización al calor de la excitación electoral envalentonada. Dicho esto, centro mi preocupación en el protagonismo de la juventud en estos censurables eventos. El rostro de la juventud comienza a ocupar el cuadrilátero de la ‘guerra de posiciones’. Jóvenes, campesinos, citadinos y universitarios inician su accionar político en las peores condiciones para cultivar valores y prácticas democráticas. Pasó el tiempo de la juventud desmovilizada e indiferente de la década de los 90. Esta preocupación me invade desde el fatídico 11 de enero de 2007 en Cochabamba. Pocos jóvenes reflexionaron sobre la violencia y la agresión desatadas. Los demonios de la condición humana los dominaron. Algunos indicaron haberse frenado para no llegar a mayores. Las muertes de Cristian Urresti en manos de una turba enardecida y la de un campesino abonaron el camino de sentimientos de venganza y más violencia. En el trópico de Cochabamba una generación creció en medio de la violencia y modelos de liderazgo cultores del enfrentamiento. En el caso de La Paz, los diversos grupos de jóvenes no siempre son proclives a la violencia, hay los más y los menos pacifistas, pero los unionistas en Santa Cruz no dudan en practicarla. Los jóvenes de Sucre son discípulos de las corrientes que reducen la política a la movilización callejera y cobarde, hoy deformada por tanto desatino. La política en las calles, ensalzada por el discurso oficial, por encima de la ley y de mecanismos democráticos de resolución de conflictos, propicia la transformación del ‘pandillismo’ juvenil en ‘pandillismo’ político. Amenazante, preámbulo ‘fascistoide’.Se instrumenta ‘lo indígena y racial’ de manera grosera. Lo ocurrido en Sucre no es racismo en sentido estricto, los rasgos físicos ni el color de la piel diferenciaban a humilladores y humillados. La simplificación y las arengas en torno al facilismo de lo racial ocultan el problema principal, atiza resentimientos y comienza a desnudar la manipulación de los campesinos y de lo indígena en medio del campeonato de falta de cordura política. Los jóvenes de hoy son los hijos de la ‘guerra del agua’, ‘guerra del gas’, ‘guerra por la dignidad’. Lenguaje guerrero y de ‘lógicas macho antidemocráticas’. Luego de 25 años de construcción democrática, esta descomposición me interpela como boliviana, demócrata y política. Presidente, si pedir perdón es suficiente para comenzar a alejarnos del abismo, hagámoslo. Y sin complejos.
* Politóloga y psicóloga, erikabrockmann@yahoo.com.mx