sábado, 14 de junio de 2008

Dobles discursos ¿ Personalidades múltiples?


¿Esquizofrenia o papelón?
Por: Erika Brockmann Quiroga * La Prensa 13-06-08

Es vano el esfuerzo racional y emotivo realizado para no perder la cordura. En realidad, la confusión nacional tiene carácter endémico. Ni la sociología ni la política sirven para comprender la insensatez de la que día a día somos testigos. ¿Será que en lugar de analistas necesitamos psicoanalistas y psicoterapeutas? Definitivamente, la historia, la economía, la cultura son insuficientes para explicar el presente e imaginar escenarios mínimos de certidumbre.
El país se ha convertido en una torre de Babel. Los mensajes disonantes del Gobierno y de la misma sociedad dejan una huella de perplejidad, nublando la mente de quienes no quieren ver desmoronarse la fe que depositaron en promesas e ilusiones ópticas de un cambio que no llega. Pregunto: ¿la reacción del Ministro de Gobierno al desaprobar la actuación de la Policía en ocasión de la multitudinaria manifestación alteña no es un síntoma de un trastorno disociativo digno de estudio? Han sido tantas las ocasiones que el Gobierno expuso a la institución del orden a acciones fallidas y a intervenciones extremas que su reclamo por no “prevenir” problemas ante la Embajada nos anonada. Los policías, e incluso las Fuerzas Armadas, debieran someterse a una terapia preventiva antes de sufrir las consecuencias desordenadoras de órdenes y mensajes dignos de una personalidad disociada, reflejo de estado colectivo esquizoide.
Da la impresión de que el Gobierno hubiese deseado que se consumaran las pulsiones piromaniacas recurrentes de un dirigente alteño, siempre ansioso de ganar la competencia de radicalidad. El rol de gobernante lo obliga a disimular su adicción a las expresiones callejeras. La extraordinaria capacidad del Gobierno al someternos a una sobredosis de información y propaganda, dorar píldoras de medias verdades, tensar humores e inyectar adrenalina es proporcional al mecanismo de negación —léase sordera y ceguera— de datos de la realidad tan contundentes como la inflación, los desconcertados mensajes de países cooperantes y hechos inocultables, como el asilo político concedido a Sánchez Berzaín hace ya tiempo.
La falta de apoyo a la Fiscalía para cumplir la tarea encomendada ante los Estados Unidos, la ausencia de una firma que realice seguimiento imprescindible en pasillos de las instituciones de ese país para viabilizar la extradición, el desmantelamiento de la institucionalidad judicial en Bolivia, la verborrea acusadora y hostigamiento en los que incurre sólo han servido para sustentar la defensa de los “Sánchez”, que aluden falta de condiciones para un debido proceso. Más pareciera que el Gobierno prefiere la sombra de un Goni en la distancia que su presencia física en el país. Es el mejor expediente para manipular e instrumentar el sentimiento de frustración e indignación de quienes demandan esclarecer y desenmascarar a los muchos responsables de las muertes de octubre.
La esquizofrenia discursiva es de tal magnitud que se expresa en el contradictorio entusiasmo con el que simultáneamente defiende, por un lado, el medio ambiente, la seguridad alimentaria y el planeta Tierra, mientras por otro encubre el avance depredador de los cultivos excedentarios de coca. O en la casi patológica incapacidad de medir el peso y el valor de las palabras ofensivas a ex mandatarios para, acto seguido, invitarlos a un debate cordial en su propia casa. Tan patética como la cantaleta del diálogo, mientras unos y otros afinan la batería de insultos y artilugios para convencer a la ciudadanía votar por el Sí o el No revocatorio del mandato de amigos y enemigos. Tan absurda que, en agosto, estaremos en las mismas.

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