martes, 9 de febrero de 2010

Evo: liderazgo no resiliente


Instaurado el Estado Plurinacional, recién escribo mis impresiones sobre lo dicho y hecho en ese histórico fin de semana. La avalancha simbólica y discursiva fue de tal magnitud e intensidad que era necesario templar el ánimo para llegar a dos conclusiones. Una primera, Evo Morales, ha consolidado su liderazgo siendo elocuente la identificación y fervor casi religioso de quienes hicieron posible su victoria. Y una segunda que, a pesar de esta fortaleza inédita, el presidente refleja un serio déficit de “resiliencia”. ¿En que se manifiesta esta carencia que ya deforma e inhibe el potencial transformador de un proceso que excede a su propio conductor? El concepto resiliencia, precariamente abordado desde la política, aporta a la comprensión del momento que vivimos y del perfil psicológico de los líderes.

Hace dos años, en una extensa entrevista publicada en El País de Madrid, la presidenta Michelle Bachellet admitía que se consideraba a sí misma como una persona “resiliente”. Este término, recuperado por la psicología – de la física - alude a las capacidades que poseen las personas para protegerse y resistir experiencias dolorosas extremas, así como a su ulterior superación individual y convertirlas en comportamiento positivo.

La mandataria, sostenía que “todo su dolor se transformó en otra fuerza” constructiva pese a las heridas provocadas por la dictadura militar en su vida. Con su padre asesinado y tres semanas de prisión en el peor momento de la represión, tenía sobradas razones para dejarse dominar por los sentimientos de rabia, dolor e ira. Después del horror vivido, ya en democracia, asumió la cartera de Defensa. Reconoce haber tenido que construir puentes de entendimiento entre el mundo civil y el militar distanciados por años de violencia. Tuvo que hacerlo, en una transición democrática cuyo ritmo gradual, fue criticado por coexistir en él actores vinculados a ese pasado autoritario, a quienes la democracia obligaba a adoptar nuevos códigos de relacionamiento cívico y humano.

Pero, ¿por qué referirse a la escasa resiliencia del presidente Morales? Su persitencia y capacidad de salir adelante están fuera de duda, supo de adversidades y humillaciones, aunque no comparables a aquellas vividas por las victimas directas de dictaduras. Lo que sucede es que los líderes “resilientes”, optan por minimizar la referencia discursiva de sus experiencias traumáticas y dolorosas. Si bien censuran las injusticias del pasado y luchan por desterrarlas, ellos blindan su palabra y accionar político a toda forma de rencor, autovictimización y personalización de sus enemigos. Los resilientes hacen esfuerzos por no abusar de su poder persuasivo e inductor de sentimientos de revancha sobre las masas que los escuchan. Finalmente, no hacen de la victoria instrumento de venganza. Mandela es otro ejemplo.

Lamentablemente, nuestro Presidente no supera el pasado; deforma la historia, sus tiempos y procesos para incendiar las broncas del presente. Le falta nobleza al no reconocer avances de un siglo que abonó la tierra de su propio triunfo. Convoca a la revancha mas no a la justicia; sentencia, no presume la inocencia, salvo la de sus amigos. Evoca machaconamente su injusta expulsión del parlamento, instrumentando la fecha y las casualidades para convertirla en el principio de todos los tiempos. Desdibuja y le resta talla a la condición de líder providencial que pareciera pretender superar toda condición humana.

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